25.10.13

Grabados en la Hospedería OCD de Caravaca

Hoy nos vamos de viaje a CARAVACA DE LA CRUZ (Murcia, España).


Caravaca se llama "de la Cruz" o "Ciudad de la Cruz" o "Ciudad de la Vera Cruz" o "La Vera Cruz de Caravaca"... precisamente por el lignum Crucis o 'leño de la Cruz' que se conserva en el Castillo, arriba, en lo alto de la ciudad antigua...
Un castillo que es iglesia, o fortaleza o ambas cosas... Y una Cruz que atrae a miles de peregrinos a su ciudad, máxime cuando ha sido declarado el Jubileo de la Vera Cruz (como ya lo fue en 2010 y en años anteriores...). Una ciudad con muchos atractivos y muchas sorpresas que descrubir.

En el centro de Caravaca, Ciudad de la Vera Cruz, está la calle Corredera. Y en el número 7, número de la perfección, se encuentra el convento de los frailes carmelitas descalzos.


Esta es la fachada de la iglesia (foto de arriba; puerta de la derecha; y foto de la izquierda) y una entrada secundaria del convento (foto de arriba; se ve la puerta a la izquierda)

La iglesia de los frailes está dedicada a Nuestra Señora del Carmen o a la Virgen del Carmen.

La iglesia da a la calle Corredera, también. Y se puede ver desde el paseo de la misma calle, donde está sentado el anciano de la foto... De hecho, la foto está tomada desde ese paseo, que es amplio y muy agradable para caminar o para sentarse y ver pasar a la gente, o contemplar la estatua de San Juan de la Cruz hecha por Rafael Pi Belda... o comprar algo artesanal en los mercadillos de los domingos...

Si seguimos el muro de la izquierda, a unos pasos más en esa acera... encontramos la entrada principal del convento y de la hospedería. Ésta es:


Es la esquina o chaflán de la calle Corredera con la calle San Simón Stock , que es justo la entrada principal del convento...
¡...y de la hospedería!
Es una Hospedería Religiosa.
O un Hotel Rural.
O ambas cosas.
Buen sitio para descansar.
Para "turistear", para conocer, para disfrutar....



Entrada principal de la Hospedería del Carmen...


Porque adonde nosotros vamos es a un lugar donde nos pueden hospedar por un precio barato, con tranquilidad absoluta, haciéndonos pasar por frailes, porque vamos a vivir en una de las habitaciones o "celdas" en que vivían los frailes, cuando eran muchos en este convento...
Nos acercamos...
...
...
...
...y nos aseguramos de que, efectivamente es el "Hotel Rural Nuestra Señora del Carmen"...

¿Qué nos aguardará dentro? Porque entramos en un convento... convertido en hospedería y en hotelito en el corazón de la ciudad... pero siendo convento al mismo tiempo. ¡Todo un lujo para el turista exigente y todo un desafío para los religiosos que viven en él...!

A la derecha, recepción de la Hospedería: ahí nos dan la llave de la habitación...
También podemos reservar habitación aquí: http://www.hospederiacaravaca.org/es/reservas 
      
Tomamos habitación, que nos la dan en la portería, en la planta baja, una atenta señorita por la mañana o un campechano señor por la tarde. O tal vez tengamos la suerte de que nos atienda uno de los frailes carmelitas descalzos (o 'carmelitos', como algún niño les llama)...
Los reconoceremos por su hábito marrón, por su gracejo, su cercanía y su detallismo: están en todos los detalles, oye (que si desayunas, que si vas a volver tarde, que si necesitas esto o lo otro o lo de más allá... un primor, vaya).
Al fondo (de la foto), adivinamos un pasillo... ¿o un claustro? (Y al fondo del todo, parece una escultura de santa Teresita de Lisieux, la Santa de las flores y los regalos desde el cielo...). Si nos colocamos justo en ese ángulo del claustro, tenemos esta vista:

El claustro lo vemos una vez hemos pasado la portería, antes de subir a las habitaciones.
Es un claustro cuadrado, como todos los carmelitanos. Y antes estaba abierto, pero en invierno te llevaban los demonios (el frío es seco y te puede helar bien heladito...). Así que con estos hermosos ventanales se está muy a gusto. Uno puede pasear por el claustro, imaginarse que es un fraile rezando el rosario o meditando la Palabra de Dios -como dice la Regla del Carmelo-... y la imaginación se le va volando al Monte Carmelo y a los miles de conventos existentes -con sus claustros- y esparcidos por todo el mundo (ver aquí).

Antes de subir a los cuartos, podemos curiosear un poco en la planta baja... metiéndonos por donde veamos una puerta con un cartelito adosado: nos explica adónde da esa puerta...
Por ejemplo, podemos atravesar varias puertas y acabar en la iglesia conventual, bien hermosa, y engalanada, aunque no sea fiesta, porque los frailes cuidan también el día a día... y en especial las fiestas y solemnidades...
Si por el momento ya hemos saciado nuestra curiosidad, podemos subir en el ascensor o por una de las escaleras que hay alrededor del claustro o rodeando al ascensor...

Si nos dan una habitación en el piso 1º, tenemos una suerte añadida. Veamos si nos toca un pasillo en concreto, el que está debajo de la comunidad de estos frailes tan curiosos. Es el pasillo con las habitaciones números 111 al 126.


En ese pasillo, en el muro que da al claustro interior (el opuesto a la pared de las habitaciones) se encuentran colgados unos cuadros... que en realidad no son cuadros:
¡Son grabados!
¡Del Vía Crucis!
¡Del siglo XIX!
¡Y son 9!... Qué descubrimiento...

La planta baja incluye la cocina, el fregadero, el comedor, el office, el claustro, la portería y tienda de las misiones, el salón de actos, la iglesia, la capilla de la Beata Teresa de Calculta, una sala de reuniones, una salida auxiliar del convento y los accesos a dos escaleras y al jardín exterior pero intramuros del convento, muy amplio...
El pasillo que digo es el que da a este jardín; en la foto es el pasilo del piso 1º, de ventanas pequeñas 


(las fotos generales están tomadas del perfil en Gúguel Plus que tiene la Hospedería, aquí) 

El jardín está muchísimo más crecido que en la foto (que debió tomarse al poco de ser inaugurada la hospedería); aquí vemos mejor todo el primer piso de esta parte del convento, el pasillo de nuestro interés...
Y arriba los frailes, la comunidad de religiosos que viven y trabajan aquí, y atienden a todo el que se acerque...
Veamos, pues, ese pequeño tesoro recién descubierto...

 Ésta, en concreto, es la 5ª Estación del Vía Crucis...
«V (ème) Station», que en francés es 5ª Estación (del Vía Crucis, claro...)
 Miramos en el pie del grabado, a la izquierda... y hallamos dónde se vendía en el siglo XIX:
 «Paris. Eugène Jouy 49 rue St-André des Arts»
Es decir: que se podía encontrar (y comprar) en la ciudad de París, en el establecimiento de Eugenio Jouy [pronunciado /Yuí/ -sabiendo que esa /Y/ es como la /G/ argentina-], que se hallaba en el número 49 de la calle de San Andrés de las Artes.

Sigamos averiguando cositas...
«Imp. Lemercier et Cie. rue de Seine 57 Paris»
Es decir: se imprimió en la Imprenta de la Compañía del señor o de la familia Lemercier, la cual se ubicaba en la calle del Sena, número 57, en París.
Por tanto, una calle céntrica, cercana al río Sena, río que atraviesa la romántica París...
La calidad del grabado es notable, ya que está muy conseguido el efecto de las texturas: de las telas y los vestidos, así como el de la madera de la Cruz con que cargó el Señor Jesús...
Tiene pinta de ser de mediados del siglo XIX, hacia 1850, palmo arriba, palmo abajo...

Averigüemos algo más...
Un tal señor "A. Pingot" fue el que dibujó seguramente el original... O lo grabó. Si es que es un grabado, ¿o bien era originariamente una pintura, que luego se mandó a la imprenta para hacer múltiples copias -por tanto copias impresas- y así poderlas comercializar mejor?

Debe ser algo de eso, porque no son dibujos en color (serían los originales), sino en una especie de "doble tinta", muy típica y tradicional de las imprentas (de costo barato o medio).

Busquemos algo de nuestro personaje "Eugenio Jouy", a ver qué nos dice San Gúguel...

En una tal «Grosvenor Prints» (aquí) hallamos a nuestro Eugenio Jouy, en varias pinturas...

Y podemos confirmar algunas cosas:
-- que nuestro Eugenio estuvo activo pintando/grabando entre 1850 y 1856,
-- que la Imprenta Lemercier estuvo activa al menos entre 1830 y 1860, (en la calle del Sena número 55 -dos menos que nuestra Lemercier- según una impresión de alrededor del año 1830; pudo cambiarse o ampliar negocio, al tomar el nº siguiente de la calle, el 57, en la misma acera, pues hay otra pintura, datada hacia 1850, en la que aparece el nº 57 de la calle del Sena -ver aquí- [téngase en cuenta que estos enlaces, con el tiempo, pueden no funcionar, puesto que esta casa londinense se dedica a vender estas litografías y demás; y cuando las haya vendido, los enlaces que he puesto aquí no funcionarán como es debido...])
-- que nuestro Eugenio no estuvo siempre en la misma calle de San Andrés de las Artes, sino también -hacia 1850- en el bulevar de Sebastopol, nº 46 (ver aquí; por cierto que en este otro lugar vemos que en 1863 mantenía esa misma dirección...)
-- que todo se realizó en París, en sus calles, en colaboración de unos con otros, el Jouy con el Lemercier; éste con otros, incluso de Barcelona o de los recién estrenados 'Estados Unidos de América': en la avenida de Broadway en aquel Nueva York decimonónico [aquí])

Buscamos más... Y nos damos cuenta de que nuestro ya viejo amigo Eugenio Jouy no sólo pintó o gravó o litografió... sino que también escribió o al menos publicó un libro titulado así: Catalogue général des gravures, lithographies et photographies de Eugène Jouy. Data de 1860 (una minimísima ficha en Gúgel Libros, aquí). De nuevo, hacia la mitad del siglo XIX. No habíamos intuído mal al principio, por lo que se ve... Seguro que en la Biblioteca Nacional de Francia tienen algún ejemplar de ese libro... vamos hasta allá...

Pero, antes, asegurémonos de algo: ¿hay algo más de él en Gúgel Libros? Pues sí: que en 1866 daba a la imprenta -del Sr. Poitevin- una segunda entrega del libro anterior, titulada así: Deuxième supplement du catalogue général des gravures, lithographies de Eugène Jouy, éditeur (aquí). O sea, que nuestro amigo se dedicaba a ello con empeño. Eso parece.
 
Ahora sí que podemos ir a la Biblioteca Nacional de Francia (catálogo general). Buscamos por el apellido, por si acaso nos pueden orientar los buenos trabajadores de esa señora Biblioteca... y vemos lo siguiente: hay un Eugenio Jouy, nacido en 1807, que es alcalde de Carcasona y diputado del departamento del Aude, en Francia (capital: Narbona; e incluye a Carcasona; abajo queda Perpiñán y, más abajo, Andorra; y al noroeste, Tolosa), en plena mitad del siglo XIX. No parece que sea éste nuestro personaje (ver aquí). Nuestro gozo en un pozo... ¿Qué hacer?
 
Al menos sacamos en claro que la imprenta Lemercier y Compañía funcionó entre 1827 y 1899, que varió de domicilio, que debió ser empresa familiar y luego fue ayudado por otros (amigos, socios, etc.), que estuvo muy activo, porque casi dos siglos después -y tras todas las guerras, incendios, robos y demás lindezas que nos ha dejado la historia francesa y mundial- aún se pueden ver y comprobar un número alto de publicaciones imprimidas por esa empresa (siendo que sus productos no iban a los conventos mayoritariamente, sino con gran seguridad a las casas de los burgueses acomodados y de la aristocracia; tal vez, también, a las rectorías de los eclesiásticos acomodados y alto clero).
Además: el fundador de la empresa fue Joseph Rose Lemercier, vivió entre 1803 y 1887; trabajó por su cuenta a partir de 1827; estuvo muy activo hasta la década de 1860 inclusive... 
(¿Que de dónde saco yo todo esto? Un poco de aquí -de una afortunada ficha del Museo Británico- y un poco de intuición al uso, que siempre viene bien cuando no se tiene otra cosa...) (De hecho, acabo de ver confirmada la actividad de la empresa aquí: estuvo activa de 1803 a 1901; lo cual significa que ningún hijo de J. R. Lemercier quiso continuar con el asunto más allá de la muerte de su padre, acaecida en 1899; dos años después, en 1901, ya desaparecía el taller..., lo justo para vender y cerrar.)

En fin, ¡¡vaya paseo!! Pero si estábamos descansando en la Hospedería de Caravaca... ¿cómo hemos llegado a París, en busca y captura de Jouy y al encuentro de Lemercier?...

Cosas que pasan en los conventos... ¡qué le vamos a hacer! Y eso que es apenas un grabado.

¿Te atreves a investigar algo más? ¿Y a visitarlo y hacerle una foto para poder decir: "yo estuve allí y lo he visto con mis propios ojos"? Si coincidimos aquí, te cuento algo más.
 

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