17.6.17

Un apunte de naturaleza: flor de junio


Ayer abrió el cactus su hermosa flor, flor que dura unos dos días y que, sobre todo, está más esplendente y abierta de buena mañana, antes de que reciba del sol todo su calor... Esta foto la he hecho ya al atardecer, con lo cual no está tan bella como deseaba mostraros... Con todo, fijaos en el detalle de la foto siguiente: ¿cómo es posible tanta belleza para dos días solamente?



Al ver las multitudes, Jesús subió al monte, se sentó y se le acercaron sus discípulos; y se puso a enseñarles así [Mt 5,1-2 (inicio de las bienaventuranzas)]:
«No podéis servir a Dios y al dinero. Porque eso os digo: No os angustiéis por vuestra vida, qué vais a comer; ni por vuestro cuerpo, qué vais a vestir. Porque la vida es más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido. Mirad las aves del cielo; no siembran, ni siegan, ni recogen graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? ¿Quién de vosotros, por mucho que cavile, puede añadir una sola hora al tiempo de su vida? Y del vestido, ¿por qué os preocupáis? Mirad cómo crecen los lirios del campo, no se fatigan ni hilan; pero yo os digo que ni Salomón en todo su esplendor se vistió como uno de ellos. Pues si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy es y mañana se la echa al fuego, ¿no hará más por vosotros, hombre de poca fe? No os inquietéis diciendo: "¿Qué comeremos?" o "¿qué beberemos?" o "¿cómo vestiremos?". Por todas esas cosas se afanan los paganos. Vuestro Padre celestial ya sabe que las necesitáis. Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura. Así que no os inquietéis por el día de mañana, que el mañana traerá su inquietud. A cada día le bastan sus problemas» (Mt 6, 24b-34).


1.6.17

Algo sobre san Justino

San Justino
(filósofo, converso y mártir, +165)

El mes de junio lo hemos inaugurado (1 de junio) con uno de los primeros conversos: san Justino. Dejo aquí algunas pistas curiosas sobre este santo curioso: Justino, primero filósofo; luego, ya en edad madura, converso; por fin, mártir al testimoniar su fe (muere en el año 165).

Evidentemente, todo el que estudie el período patrístico, tiene que admitir que Justino se convirtió; le sirvió en parte la filosofía para llegar a la verdad de la fe; en ese sentido podríamos decir que no fue un Pablo (no cayó ni del potro ni del caballo, ni siquiera de un ponny) ni tampoco, diríamos, fue un Agustín; aunque, si hay que escoger alguno de los dos para compararlo, podría ser que fuera más un Agustín en el sentido de que tuvo un proceso hasta su conversión, que no fue inmediata (por un golpe de la gracia...).

Desde siempre se ha reconocido, pues, el 'estatus' de converso de Justino. Si nos vamos un poco atrás, ya aparece en la magna obra de Esslinger, ese sacerdote suizo que investigó sobre los conversos allá por 1840; del mismo modo, Huby, especialista donde los haya, de inicios del siglo XX (1919), también lo recoge en su recopilación de casos (en francés); el italiano Barra (de mediados del siglo XX, 1959) igualmente lo menciona en su estudio sobre la psicología de los conversos (hay traducción en varios idiomas, entre ellos, en español); el profesor Morales (Universidad de Navarra, Opus) -tras investigar poco a poco y de lleno el caso paradigmático del cardenal Newman (1976, 1978, 1979 y 1983), también tiene en 1984 un estudio acerca de «La investigación sobre San Justino y sus escritos» (en Scripta Theologica, de Pamplona, tomo 16, p. 869-896); en la misma revista, el profesor Merino también publicó unos años después (1987) otro artículo de investigación -más pequeñín que el anterior de Morales- sobre la conversión de S. Justino («Condiciones espacio-temporales de la conversión cristiana en San Justino Mártir», en el tomo 19, p. 831-840); por otro lado, en el santoral abreviado que hace el norteño Núñez Uribe en la editorial Verbo Divino (1991), sale mencionado S. Justino; el famoso César Vidal, que hacia 1992 no era tan conocido o no tan mediático y que, entonces, era Vidal Manzanares, en su diccionario de patrística (editorial Verbo Divino de nuevo), evidentemente, también lo cita; y ¡cómo no! aparece en el Diccionario patrístico y de la antigüedad cristiana, que en dos gruesísimos volúmenes dirigidos por el agustino italiano Àngelo Di Berardino, tiene publicado la editorial Sígueme (de los Operarios Diocesanos, en Salamanca [1992, pero tengamos presente que es traducción del italiano, con lo cual el original es de algún año anterior]), en cuyo segundo tomo se le dedica un artículo, por el agustino De Simone (p. 1.224-1.226); el cardenal Doré, en el tomazo (en francés) conmemorativo que regaló a la cristiandad cuando íbamos a entrar en el III milenio, le dedica un capítulo, reconociendo que fue uno de los 365 momentos-clave de la historia de la Iglesia cristiana (concretamente, católica: «Justino de Roma. Un gran filósofo hizo de su vida su amor a Cristo») y lo menciona repetidamente a lo largo de su magna obra (es que titula su obra como 365 días del año, pues 365 capítulos de dos páginas o tres, o como mucho cuatro, sobre momentos-clave de la Historia de la Iglesia); asimismo, las monjas cistercienses Carrasquer Pedrós y Saratxaga González, en su importante, único e interesantísimo estudio sobre Matrología (2001), publicado por la editorial Monte Carmelo (de los carmelitas descalzos de Burgos), también lo mencionan; de igual modo, en la edición de la misma editorial Monte Carmelo de la guía abreviada de padres de la Iglesia del máximo especialista Hamman (2006), se halla una extensísima mención (10 páginas: 26-36); y finalmente, el agustino Del Olmo Veros, en su volumen dedicado a los conversos en la era patrística (publicado por la editorial Edibesa, en esa colección inventada por el siempre genial P. José Antonio Martínez Puche, dominico, titulada "El Camino de Damasco", y que tiene 7 volúmenes, como signo de la perfección: y abarca desde el siglo I hasta el siglo XXI...), también aparece mencionado varias veces, y le dedica por fin un espacio de honor (esta vez, el doble que en Hamman: 20 páginas: 167-187). Ya, por último, una curiosidad curiosa: el jesuita converso Cyril Charles Martindale (1879-1963), ensayista, profesor y predicador londinense, fue conocido por su faceta de biógrafo de ciertos conversos; ¿a qué no adivináis de quiénes -conversos- hizo biografías? Pues sí: de S. Justino, del beato Newman y de monseñor Benson... Trío de ases, porque vemos, de nuevo, que Newman aparece aquí y allá, y siempre por algún lado se cuela nuestro Justino. ¡Bravo por él! De él, precisamente, el papa Benedicto XVI ha hablado (y escrito) en esas magníficas audiencias (como las 'mercoledinas' del beato Juan Pablo II, pero más enjundiosas aún), en donde va pasando revista a toda figura que haya marcado la vida de la Iglesia; además, él que es tan especialista y tiene un hondo, hondísimo, conocimiento reposado sobre la patrística, creo que le encantó (y nos encantó) con su comentario sobre S. Justino. Así que... no nos queda más remedio que decir: "San Justino, querido, 'ora pro nobis'".